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Hay barrios que sabes que tienen un encanto especial con solo poner un pie sobre sus calles. Y el Born es uno de ellos, conjugando además una importante oferta gastronómica, ocio y cultura en un concentrado de todo lo que puedes esperar de Barcelona.

Sus orígenes ya son prometedores. El Born es el nombre que recibía el recinto donde se celebraban los torneos y tenían lugar los torneos y justas caballerescas en el medievo. También fue el centro económico durante los siglos VIII y XV. Por eso deslumbra con su pasado de esplendor comercial, cuando los mercaderes boyantes competían en la pompa de sus palacetes góticos, como los que puedes encontrar en la calle Montcada. De esa época es la famosa basílica de Santa María del Mar, construida a lo largo de 54 años por una combinación de artesanos, marineros y gremios, cuya historia ha inspirado la novela de Ildefonso Falcones y una serie de televisión.

Para conocer esta y toda la trayectoria del barrio, nada mejor que visitar el Centro de Cultura y Memoria, situado en el espacio que ocupaba el antiguo mercado del Born, y que además incluye actividades literarias, teatrales y musicales.

Claro que también se puede hacer una excursión por el sabor, reponer fuerzas y paladear la historia. Por ejemplo, en el Mercado de Santa Caterina, anteriormente ocupado por un convento de mismo nombre, pero que hoy en día es un lugar donde surtirse de productos frescos y donde podrás degustar un amplio abanico de cocinas en sus puestos de restauración.

Además, su espectacular fachada te recibirá con un magnífico mosaico de piezas de cerámica que representan frutas y verduras.

El Born está repleto de lugares donde comer con los ojos a la vez que con el estómago. Un clásico moderno es el Bormouth, un espacio de mesas altas de madera y taburetes en el que podrás disfrutar no solo de una amplia variedad de vermuths de grifo -un clásico obligado- y cervezas artesanales, sino de tapas locales con una relación calidad precio digna de ‘superlike’.

Otro clásico es el König:
 su completa carta combina con un diseño vanguardista, nombre alemán con denominación de origen de Girona. También los sabores internacionales tienen su sitio, como en Koku Kitchen, toda una embajada de la comida asiática, donde podrás disfrutar de baos caseros, sopas vietnamitas y costillas cantonesas bajo luces de neón.

Para los paladares más golosos, basta dejarse guiar por el dulce aroma que les llevará directamente a la pastelería Hofmann. Un sabroso mundo de tentaciones con forma de napolitanas, tiramisús crujientes, bombones, tartas… y su premiado croissant de mantequilla, almendra y frambuesa.

Ya sea para hacer hambre o para bajar la comida, siempre se puede recorrer la Rambleta del Born, sus calles y las plazas aledañas, con algunos edificios del S.XIV. Durante el día, las tiendas de artesanos y diseñadores le dan un encanto a la vez cosmopolita y tradicional, rebosante de creatividad. Por la noche la cosa cambia, para convertirse en territorio de ocio nocturno para jóvenes y no tan jóvenes.

Hay un emplazamiento que se ha colado entre las visitas obligadas por derecho propio. En la plaza de Sant Pere, la sorpresa está asegurada: el Agujero de la Vergüenza. Un solar en pleno centro histórico, provocado por los escombros de la remodelación de las calles adyacentes, que los propios vecinos han convertido en un espacio público de recreo y un lugar de reunión entre diversos colectivos. Un espacio verde dentro de un barrio con carencia de zonas abiertas.

Por supuesto, hay otras visitas obligadas, como el Convent de Sant Agustí, donde ahora se realizan amplias ofertas culturales. El Palau de la Música, un edificio modernista patrimonio de la Unesco y el que se podrá encontrar una de las mejores programaciones culturales de Barcelona. Y por supuesto, el Museo Picasso, el Museo Europeo de Arte Moderno e incluso el Museo del Chocolate.

Un barrio ideal para degustarlo y convertir las horas en días.

(Redactora: Nuria Puig Fotógrafo: Eren Saracevic)


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